Gélido fin de semana otoñal. Acabamos de perder una de las hojas más queridas de nuestro árbol, de nombre Susana, y casi sin tiempo para la primera lágrima se vuelca sobre nuestras mentes un sinfín de recuerdos. Consolando en más de una ocasión a algún alumno ante la falta de un familiar, le dije que las personas no morían del todo mientras se hablara de ellas y en cualquier momento se las recordase.
Con la vista empañada me vienen a la mente los versos del “Himno Cherokee por un amigo muerto”:
No te pares al lado de mi tumba y solloces.
No estoy ahí, no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan
y sostienen las alas de los pájaros.
Soy el destello del diamante sobre la nieve.
Soy el reflejo de la luz sobre el grano maduro,
soy la semilla y la lluvia benévola de otoño.
Puede enviar sus condolencias a la familia de Susana Sánchez-Caballero Soler a través de su web.